miércoles, 29 de septiembre de 2010
La gata tricolor
En un monasterio en el norte del Tibet solían estar en permanente desacuerdo. Monologaban sobre cuestiones teológicas, sin escucharse ni llegar a un acuerdo, lo que creaba desunión y malestar. Fue entonces cuando el monje más viejo pidió que por tres días se ayunara a fin de preservar el espíritu del cuerpo y tranquilizar el estado de disociación que reinaba en el monasterio...
Los monjes realizaron el ayuno y la oración permanente. La mañana siguiente apareció en las puertas del monasterio dentro de un cesto abandonado una gata tricolor con sus dos hijitas recién nacidas a las cuales amamantaba.
Los monjes consideraron que el hecho podía ser una señal y dieron cabida en el monasterio a esta pequeña familia. Era tal la abnegación, sumisión y cuidado que procuraba la madre, que por días hablaron de las bondades silenciosas de su tricolor y olvidaron las diferencias que habían tenido hacía meses.
El monje más anciano que había llamado al ayuno y a escuchar el ser interior, a fin de poder dar lugar a escuchar a los otros y así llegara poner fin a tanto desacuerdo, consideró que estas gatitas eran una señal de cual era el camino para así llegar al acuerdo. Llamó nuevamente a sus monjes y les pidió meditar tres días sobre esto.
Así fue como el monje más joven y por ello el que menos doctrina sobre si tenía, acudió a él al cabo de los tres días. Le dijo: "Sé el secreto de esta pequeña familia".
El anciano monje considerando que el joven estaba obnubilado como todos en el monasterio pero su experiencia era tan poca que no podía haber llegado a la respuesta con tal facilidad, simplemente cerró los ojos, extendió ambas manos y preguntó al joven el secreto. Dijo: "Ella posee los tres colores, el blanco y el negro son el yin y el yang, los opuestos, nuestros opuestos, vuestros opuestos, pero en su manto está el habano, la tierra, nuestro lugar. Significa que aquí podremos concitar todas nuestras diferencias si nos ensamblamos, formando un crisol tan bello como su manto...."
El anciano lo miró, le tendió su mano y lo invitó a compartir su té.
El joven lloró...un silencio tan extenso como la vida, se esparció entre ambos.
Faltaban sorbos para concluir el té, cuando el anciano le preguntó: ¿te has dado cuenta que son hembras las tres, qué significado tendría que no existiera un macho entre ellas?
El joven ya no sabía si contestar o no. Se arrodilló y dijo: "Usted y yo tenemos algo en común, aunque la distancia del saber nos separen, ninguno de nosotros tiene el don de la vida, ninguno de nuestros monjes lo tiene. Una mujer sí, por ello son hembras, traen el mensaje de lo nuevo, de la mutación, del cambio. Nosotros somos permanencia".
Las lágrimas corrían por el rostro de anciano...se retiró en silencio y dejó al joven extasiado en su magnífica visión.
En la mañana siguiente, dejó el monasterio en las manos de joven, con la misión de preservar a la pequeña familia, partiendo hacia las montañas...
(Leyenda Tibetana)
Los monjes realizaron el ayuno y la oración permanente. La mañana siguiente apareció en las puertas del monasterio dentro de un cesto abandonado una gata tricolor con sus dos hijitas recién nacidas a las cuales amamantaba.
Los monjes consideraron que el hecho podía ser una señal y dieron cabida en el monasterio a esta pequeña familia. Era tal la abnegación, sumisión y cuidado que procuraba la madre, que por días hablaron de las bondades silenciosas de su tricolor y olvidaron las diferencias que habían tenido hacía meses.
El monje más anciano que había llamado al ayuno y a escuchar el ser interior, a fin de poder dar lugar a escuchar a los otros y así llegara poner fin a tanto desacuerdo, consideró que estas gatitas eran una señal de cual era el camino para así llegar al acuerdo. Llamó nuevamente a sus monjes y les pidió meditar tres días sobre esto.
Así fue como el monje más joven y por ello el que menos doctrina sobre si tenía, acudió a él al cabo de los tres días. Le dijo: "Sé el secreto de esta pequeña familia".
El anciano monje considerando que el joven estaba obnubilado como todos en el monasterio pero su experiencia era tan poca que no podía haber llegado a la respuesta con tal facilidad, simplemente cerró los ojos, extendió ambas manos y preguntó al joven el secreto. Dijo: "Ella posee los tres colores, el blanco y el negro son el yin y el yang, los opuestos, nuestros opuestos, vuestros opuestos, pero en su manto está el habano, la tierra, nuestro lugar. Significa que aquí podremos concitar todas nuestras diferencias si nos ensamblamos, formando un crisol tan bello como su manto...."
El anciano lo miró, le tendió su mano y lo invitó a compartir su té.
El joven lloró...un silencio tan extenso como la vida, se esparció entre ambos.
Faltaban sorbos para concluir el té, cuando el anciano le preguntó: ¿te has dado cuenta que son hembras las tres, qué significado tendría que no existiera un macho entre ellas?
El joven ya no sabía si contestar o no. Se arrodilló y dijo: "Usted y yo tenemos algo en común, aunque la distancia del saber nos separen, ninguno de nosotros tiene el don de la vida, ninguno de nuestros monjes lo tiene. Una mujer sí, por ello son hembras, traen el mensaje de lo nuevo, de la mutación, del cambio. Nosotros somos permanencia".
Las lágrimas corrían por el rostro de anciano...se retiró en silencio y dejó al joven extasiado en su magnífica visión.
En la mañana siguiente, dejó el monasterio en las manos de joven, con la misión de preservar a la pequeña familia, partiendo hacia las montañas...
(Leyenda Tibetana)
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