
domingo, 26 de septiembre de 2010
Si una espina me hiere
![[untitled2.bmp]](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgn1_8y0cVB795PKFi8e_cEOr0QwoCjmERsrbeFjjuk0TQe7VjNlUnj8Vid3mAmyiopvN3_8iGy17d4HQKIC1NU_tFDxelEV2DKXLzsIg23pMHQEpu5sk4eWQYV5EqRnuat5KOfLNpr_Y43/s400/untitled2.bmp)
Si una espina me hiere,
me aparto de la espina,
pero no la aborrezco!
Cuando la mezquindad
envidiosa en mí clava los dardos de su inquina,
esquívase en silencio mi planta,
y se encamina,
hacia más puro ambiente de amor y caridad.
¿Rencores? ¡De qué sirven! ¡Qué logran los rencores!
Ni restañan heridas, ni corrigen el mal.
Mi rosal tiene apenas tiempo para dar flores,
y no prodiga savias en pinchos punzadores:
si pasa mi enemigo cerca de mi rosal,
se llevará las rosas de más sutil esencia;
y si notare en ellas algún rojo vivaz,
¡será el de aquella sangre que su malevolencia
de ayer, vertió,
al herirme con encono y violencia,
y que el rosal devuelve,
trocada en flor de paz!
Amado Nervo.
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