domingo, 31 de octubre de 2010

Lo que se va, vuelve


Cada uno de nosotros tiene una lista de personas en su vida con las que sabe que puede contar.
 Y para la mayoría, si no es que para todos , es bastante corta, y no se debe a que no seamos amorosos ni amistosos ni nos ocupemos de los demás.
Es porque la mayoría de nuestras relaciones existen para servirnos.
Cuando llamas a un amigo para ir al cine o para que venga a tu casa a ver un partido, no lo haces por ellos; lo haces por ti.

 Es cierto, quizá ellos se diviertan en el proceso, pero ese no suele ser el objetivo.
Esto es así porque en lugar de buscar personas a quienes dar, nos enfocamos en buscar a personas que puedan darnos.

 Así, cuando llamamos a nuestros amigos buscando a alguien con quien pasar el rato, no somos mejores que un operador de venta telefónica que nos llama durante la cena.
 Un vendedor telefónico quiere algo de nosotros; nosotros queremos algo de nuestros amigos.
De esta forma acabamos limitándonos a nosotros mismos pasando la mayoría de nuestro tiempo con personas que nos dan, en lugar de enfocarnos en encontrar a personas a las que podemos dar.
El problema es que a veces sentimos que necesitamos a alguien, pero en realidad no necesitamos a nadie.

 Nuestra energía —que significa nuestra confianza, inspiración, autoestima y fuerza— debe venir de la Fuerza de Luz del Creador, no de un ser humano.
 No hay nada malo en querer contacto humano, pero es mucho más poderoso tenerlo y no estar necesitados de él.
¿Has mirado alguna vez a tu alrededor y has sentido como que no entendiste a las personas en tu vida, o que ellas no te entendieron? ¿Quizá te sentiste inferior, o tal vez superior? Esto sucede porque no buscamos almas a quienes dar. Buscamos almas que nos den.
Esta semana, me gustaría retarte a que pienses sobre tus relaciones. Y no sólo a que pienses diferente, sino también a que actúes diferente.
En lugar de analizar qué obtienes de cada una de tus relaciones, hazte estas preguntas:
¿Cómo puedo ser útil para esta persona?
¿Conozco realmente cuáles son los problemas de esta persona?
¿Sabe esta persona lo que siento por ella?
¿Estoy en esta relación como una vasija (receptor) o como la Luz (dador)?
Si compartimos de la forma adecuada, siempre obtendremos algo de regreso. Ésta es la naturaleza del universo. Puede ser que no lo recibamos de forma inmediata, pero debemos saber que lo que se va, vuelve.
Y esta semana, si nos alejamos de la idea de ser un receptor y nos acercamos a ser un verdadero dador, crearemos un gran cambio, no sólo para nosotros mismos sino para el mundo entero.

                                                              Y.Berg

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