sábado, 11 de febrero de 2012
el ojo del universo.
Estaba ciego hasta que pude ver, que más allá de mirar es la esencia del ojo, visión del Universo que espera ser vista, desnuda e infinita.
Cegatas eran mis pupilas hasta que vi la sombra del ángel en la luna.
Estaba sordo; pero el agua en su cause se abrió a la música y pude oír como si el mundo fuese mío las palabras del agua.
Estaba detenido; pero mis piernas comprendieron la libertad del paso y mi cuerpo hecho a andar sobre las piedras vírgenes que nos aguardan en este mundo de caminos.
Viví deshabitado hasta que el fuego con su llama más sabia, conquisto los recodos de mi naturaleza interna
y fui un pueblo de luces en el alma.
Abel G. Fagundo
Cegatas eran mis pupilas hasta que vi la sombra del ángel en la luna.
Estaba sordo; pero el agua en su cause se abrió a la música y pude oír como si el mundo fuese mío las palabras del agua.
Estaba detenido; pero mis piernas comprendieron la libertad del paso y mi cuerpo hecho a andar sobre las piedras vírgenes que nos aguardan en este mundo de caminos.
Viví deshabitado hasta que el fuego con su llama más sabia, conquisto los recodos de mi naturaleza interna
y fui un pueblo de luces en el alma.
Abel G. Fagundo
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