jueves, 30 de agosto de 2012

Las ovejas negras y las blancas.



Estaba un pastor apacentando sus ovejas cuando pasó por allí un individuo que le dijo: «¡Hermoso rebaño de ovejas, sí señor! A propósito, ¿puedo hacerle una pregunta?» «Las que usted quiera», dijo el pastor.

«¿Cuánto diría usted que andan sus ovejas cada día?», le preguntó. «¿Las blancas o las negras?» «Las blancas». «Bueno, pues las blancas andarán unos seis kilómetros al día” «¿y las negras?» «Las negras también.» «¿y cuánta hierba diría usted que comen cada día?» «¿Las blancas o las negras?» «Las blancas». «Bueno, pues las blancas comerán unos dos kilos de hierba al día” «¿y las negras?» «Las negras también». 


«¿y cuánta lana diría usted que dan al año?» «¿Las blancas o las negras?» «Las blancas” «Bueno, pues yo diría que las blancas, cuando llega el momento de esquilarlas, darán unos tres kilos de lana al año” «¿y las negras?» «Las negras también.» El individuo estaba intrigado: «¿Puedo preguntarle por qué, a cada una de mis preguntas acerca de las ovejas, insiste usted en distinguir las blancas de las negras, si resulta que no se diferencian más que en el color?» «Bueno, verá usted», dijo el pastor, «es que las blancas son mías, ¿comprende?» “¡Ah, ya! ¿y las negras?» «Las negras también.» 


El ser humano hace absurdas distinciones en lo que para el Amor es una sola cosa.


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