viernes, 7 de diciembre de 2012

Tras la luz.



Y  montada sobre un pegaso blanco,
 tras la luz fue cabalgando tu alma, 
traspasando la barrera de lo finito, 
tu luz pude sentir,
 sin cegarme un instante,
 lo que haya tardado toda la vida en entender, 
me lo enseñaste en el no tiempo de tu divinidad.
 No existe el tiempo, solo el instante,
 el instante en que estás presente, 
en el aquí y ahora,
 en el que despiertas con los ojos del corazón y  sólo sientes el calor tibio de tu luz.
Allí comprendes que el Universo entero te pertenece tanto como le perteneces a Él.
Andrea.

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