martes, 30 de abril de 2013

La naturaleza.



Dependemos de la naturaleza no solo para nuestra supervivencia física.
También necesitamos a la naturaleza para que nos enseñe el camino a casa, el camino de salida de la prisión de nuestras mentes.
Nos hemos perdido en el hacer, en el pensar, en el recordar, en el anticipar: estamos perdidos en un complejo laberinto, en un mundo de problemas.
Hemos olvidado lo que las rocas, las plantas y los animales ya saben.
Nos hemos olvidado de ser: de ser nosotros mismos, de estar en silencio, de estar donde está la vida: Aquí y Ahora.
Llevar tu atención a una piedra, a un árbol o a un animal no significa pensar en ellos, sino simplemente percibirlos darte cuenta de ellos.
Entonces se te transmite algo de su esencia.
Sientes lo profundamente que descansa en el Ser, completamente unificado con lo que es y con donde está.
Al darte cuenta de ello, tú también entras en un lugar de profundo reposo dentro de ti mismo.
Cuando camines o descanses en la naturaleza, honra ese reino permaneciendo allí plenamente.
Serénate. Mira. Escucha.... La naturaleza existe en una quietud inocente que es anterior a la aparición del pensamiento.
Cuando los seres humanos se aquietan, van más allá del pensamiento.
La quietud que está más allá del pensamiento contiene una dimensión añadida de conocimiento, de conciencia.
La naturaleza puede llevarte a la quietud.
Ese es su regalo para ti.
Cuando percibes la naturaleza y te unes a ella en el campo de quietud, este se llena de tu conciencia. Ese es tu regalo a la naturaleza.
A través de ti, la naturaleza toma conciencia de sí misma.
Es como si la naturaleza te hubiera estado esperando durante millones de años.

Eckhart Tolle
(Espacio Sublime)

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