viernes, 29 de agosto de 2014

Amor de almas.



Las almas se unen por disposición divina y son lazos que no se pueden deshacer. Si las dos almas entienden eso se genera una paz instantánea, no existe para nada el miedo, mas bien esto se torna en algo desconocido. 
El amor fluye a través del espacio y del tiempo y la libertad es indiscutible porque nace de la profunda comprensión de la unión esencial de las polaridades precisas que generan el regreso a la totalidad. 
Esta es una libertad natural que surge del amor eterno. 
Es algo que trasciende la dualidad. ¿Suena utópico? Solo suena así, esto si se puede lograr sino que desde nuestra experiencia humana hay que pulir y trabajar en cada aspecto de nuestra mundanidad. 

Todos tenemos la semilla de esta experiencia en nuestro interior y, como con cualquier semilla, hay que nutrirla para que crezca y sus frutos se puedan cosechar. 
Se inicia con el despertar del recuerdo de la sensación pues eso nos hace dirigir la atención hacia la meta. 
Luego hay que caminar en esa dirección construyendo o destruyendo lo necesario para poder llegar a la realización o fusión total con esa experiencia. 
Recordemos que los humanos nos llenamos de teorías, eso puede sostener, apenas, el despertar el recuerdo, pero con teorías no logramos nada. 
Necesitamos la realización para que se pueda manifestar, en su totalidad, la experiencia real. Cuando manifestamos la realización estamos cosechando los frutos de la semilla.

Lama Lobsang 

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