La “Luna Llena de Pascua”, se produce en uno de los momentos más exaltantes de la naturaleza y es en la primera Luna Llena después de la entrada de la Primavera Boreal.
Es el momento en que el Sol está en su mayor efusión para el planeta, además de estar reforzado por su propia luz reflejada por la Luna Llena.
En esta fecha cualquier milagro es factible, toda invocación justa puede ser respondida, cualquier decreto positivo puede ser cumplido, este es el flujo espiritual tan poderoso del que está bendecida la Cuaresma.
Es el momento propicio para producir una transformación interior, profunda, espiritual. La “Luna Llena de Pascua” es el clímax, la esencia de la Cuaresma.
Esta efusión espiritual sin ser llamada “cuaresma” ni “pascua” fue de la que se valió positivamente el pueblo judío cuando estaba esclavo y opreso, en Egipto, para liberarse cuando Moisés decidió rescatarlos.
En vista de que el faraón no quería liberarlos, por Principio de Causa y Efecto, esto se le devolvió y le vinieron las “Diez Plagas”; la última de ellas fue la muerte de su primogénito, el heredero al trono, peor no le podía pasar. Para que esta plaga no afectara a los judíos, tuvieron que matar un cordero y pintar el dintel de la puerta con su sangre; de ese modo, el cordero pasó a ser símbolo de salvación y perdón de los pecados.
Luego de que los judíos se escaparon de Egipto, por razones obvias, comenzaron a celebrar ese día de su liberación, porque en esos días, que ahora se le dice “Pascua”, se activan en todo el planeta las energías de la Llama de la Resurrección y la Restauración del Plan de Dios sobre la Tierra.
Los judíos en conmemoración a esa fecha, comían el cordero del perdón y el pan sin levadura.
A esa festividad se la llamó en hebreo “PESACH”, que quiere decir “paso” o “PASCUA”.
Pascua ocultamente significa salir del mal, la opresión, el sufrimiento, el conflicto, la necesidad, la enfermedad y esa es la bendición que trae esta “Luna Llena de Pascua”, incluso hasta en nuestros días. Estos son los objetivos que se persiguen con la celebración de este Festival Espiritual a nivel planetario y Solar. El Papa San Pío I, en el año 140, fijó la fecha de la Pascua en el primer domingo después del primer plenilunio después de la entrada de la Primavera marzo.
El Maestro Jesús consciente del Poder Espiritual contenido en la Pascua, ese día celebró la “Última Cena” para conmemorar esta festividad Judía, y le dio a entender a sus discípulos, que no mataran ningún cordero para el perdón de sus pecados, que el Cordero sería Él, como Alma, ya que este principio espiritual es el único que redime, salva, libera y de esta forma los puso en la enseñanza correcta al respecto. Cuando comieron el pan, Jesús dijo que este era su cuerpo o el del cordero que ahora era Él, y el fruto de la vid, su sangre purificadora. Por eso se dice: “Jesús es el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo”.
Este hecho además de la efusión natural estelar de la Pascua instauró de forma extra, algo más, supremamente indescriptible, un “momentum” que desde hace dos mil años está sumado al poder de la Pascua.
El cuerpo que se inmola no es el de un cordero, sino el de Jesús como “Cristo”, un Alma Divina Viviente, mimetizado a través del pan y el vino.
La Pascua Judía quedó transformada para la “Nueva Era de Piscis” que recién se iniciaba en la comunión con el pan y tomar el fruto de la vid en memoria de Jesús.
Esto es la Comunión, la unión, el ser uno con todos, la confraternidad, lo que es el Festival de Pascua, que si se celebra esta efusión cósmica, diluye confrontaciones y conflictos entre las personas.
Dice el Maestro El Tibetano: El mundo es uno, y sus sufrimientos son uno; la humanidad en verdad es una unidad, pero muchos lo ignoran todavía y la tendencia de la actual enseñanza está dirigida a despertar a la humanidad a fin de percibirlo.
Quiero hacer hincapié sobre este pensamiento: emergeremos en el futuro como una sola humanidad, depurada, disciplinada, pero iluminada y fusionada. Quienes no capten este hecho importante, ya se denominen beligerantes o neutrales, sufrirán profundamente como resultado de su falta de participación en el destino de la totalidad.
La Jerarquía no es neutral.
Está con el correcto elemento de cada nación y contra todas las actitudes separatistas, aislacionistas y materialistas.
Tales actitudes impiden la captación de los verdaderos valores espirituales y obstaculizan el desarrollo humano.
Rubén Cedeño.
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